Líder tecnológico en China
La tecnología es el motor de las superpotencias. Como presidente de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial (NSCAI), dirigí el esfuerzo que finalmente transmitió un duro mensaje al Congreso de Estados Unidos y a la administración: Estados Unidos no está preparado para defenderse o competir en la era de la IA. El hecho es que Estados Unidos ha sido tecnológicamente dominante durante tanto tiempo que algunos líderes estadounidenses llegaron a darlo por sentado. Se equivocaron. Ha surgido una segunda superpotencia tecnológica, China. Ha sucedido con una rapidez tan asombrosa que todavía nos esforzamos por comprender las implicaciones.
Washington se ha despertado y se ha dado cuenta de que Estados Unidos está profundamente enredado tecnológicamente con su principal rival a largo plazo. Estados Unidos construyó esos lazos tecnológicos a lo largo de muchos años y por muchas buenas razones. El sector tecnológico chino sigue beneficiando a las empresas, las universidades y los ciudadanos estadounidenses de múltiples maneras, por ejemplo, proporcionando mano de obra cualificada e ingresos esenciales para sostener la I+D de Estados Unidos. Pero ese mismo sector tecnológico chino también impulsa la expansión militar de Pekín, sus prácticas comerciales desleales y su control social represivo.
Tecnología de Japón
China, que ya no se conforma con ser la fábrica mundial de productos de bajo valor, ha abierto discretamente un nuevo frente en su campaña para recuperar su lugar como la economía más poderosa del mundo: El país busca el dominio de la alta tecnología.
Para alcanzar este objetivo, el gobierno chino se ha asegurado de ser a la vez comprador y vendedor en ciertas industrias clave, conservando la propiedad de clientes y proveedores por igual. Ha consolidado a varios fabricantes de esas industrias en unos pocos campeones nacionales para generar economías de escala y concentrar el aprendizaje. Y está cooptando, engatusando y coaccionando a las empresas multinacionales para que se desprendan de sus últimas tecnologías, imponiendo normas que ponen a los directores generales de esas empresas en un terrible aprieto: pueden cumplir las normas y compartir sus tecnologías con los posibles competidores chinos o negarse y perder el mercado de más rápido crecimiento del mundo.
Las acciones de China han provocado varias disputas entre Pekín y las empresas extranjeras y han llevado a algunas compañías a revisar sus estrategias siguiendo una u otra de las dos líneas. La primera trata de abordar la cuestión de cómo una multinacional puede minimizar los riesgos competitivos y de seguridad de sus tecnologías. La segunda se pregunta qué innovaciones debe desarrollar una empresa extranjera en China para ganar ventaja en el mercado global. Las empresas extranjeras que hacen negocios en China no pueden esperar a que se equilibren las fuerzas macroeconómicas o las soluciones multilaterales; si quieren sobrevivir como líderes tecnológicos mundiales, deben aportar más imaginación al problema.
El futuro de la tecnología en China
Nacido en Milán en 1982, escribe sobre la interacción entre las nuevas tecnologías, la política y la sociedad. Colabora con La Stampa, Wired, Esquire, Il Tascabile y otros. En 2017 publicó “Rivoluzione Artificiale: l’uomo nell’epoca delle macchine intelligenti” para Informant Edizioni.
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Inventos chinos 2020
Dado que los semiconductores avanzados son la clave para impulsar una amplia gama de tecnologías potencialmente transformadoras, los chips informáticos de última generación se han convertido en un área candente de la competencia geopolítica del siglo XXI. A pesar de su importancia, los semiconductores representan un área poco frecuente en la que la economía china depende del resto del mundo, y no al revés. Cada año, China importa más de 300.000 millones de dólares en semiconductores, y la mayoría de las principales empresas estadounidenses de semiconductores, aunque no todas, obtienen al menos el 25% de sus ventas del mercado chino.
Esta dependencia mutua ha beneficiado a los sectores tecnológicos de ambos países. Todas las grandes empresas tecnológicas chinas dependen de los chips estadounidenses: Tencent o Alibaba no serían las potencias que son hoy si hubieran confiado en microprocesadores chinos durante sus años de formación o hubieran desarrollado y fabricado los suyos propios. Por su parte, muchas empresas estadounidenses se han beneficiado de los clientes, los mercados y las innovaciones chinas. La escala y la reducción de costes que permite la fabricación de sistemas y dispositivos en China y en Asia en general ha contribuido a que la tecnología de la información sea omnipresente. A pesar de la dura retórica a ambos lados del Pacífico, las empresas estadounidenses de semiconductores y sus homólogas chinas trabajan hoy en día juntas en cientos, si no miles, de diseños de productos y esfuerzos conjuntos de desarrollo tecnológico.