CONSUMING KIDS – Trailer
La ciencia del comportamiento nos dice que identificar las nuevas creencias, hábitos y “momentos cumbre” de los consumidores es fundamental para impulsar el cambio de comportamiento. Cinco acciones pueden ayudar a las empresas a influir en el comportamiento de los consumidores a largo plazo:
Según la ciencia del comportamiento, el conjunto de creencias que un consumidor tiene sobre el mundo es un factor clave que influye en su comportamiento. Las creencias son psicológicas, están tan arraigadas que impiden a los consumidores evaluar lógicamente las alternativas y perpetúan los hábitos y rutinas existentes. Las empresas que intentan motivar un cambio de comportamiento ignorando o cuestionando las creencias de los consumidores están librando una ardua batalla.
Otro ejemplo de cambio de creencias es el ejercicio en casa. El mercado estadounidense del fitness en línea ha experimentado un crecimiento aproximado del 50% en su base de consumidores desde febrero de 2020; el mercado de máquinas digitales para hacer ejercicio en casa ha crecido un 20%. Es probable que muchas personas que probaron esas actividades de fitness por primera vez durante la pandemia creyeran que el ejercicio en casa no podía satisfacer sus necesidades de ejercicio. Esa creencia ha cambiado claramente para muchos de estos consumidores: el 55% de los que probaron programas de fitness online y el 65% de los que probaron máquinas digitales de ejercicio afirman que seguirán utilizándolas, incluso después de que vuelvan a abrir los gimnasios y centros de fitness. Para reforzar la nueva creencia de que el fitness en línea puede ser motivador y agradable, NordicTrack, en un reciente anuncio de televisión titulado “Face Off”, muestra que los entrenamientos en línea pueden fomentar la misma competición amistosa y la conexión que la gente busca cuando va al gimnasio o asiste a clases de ejercicio en persona.
La comercialización de alimentos dirigida a los niños necesita normas estrictas
Hubo un tiempo -de hecho, hace sólo 30 ó 40 años- en que no se hablaba de los niños como gastadores o clientes, sino como ahorradores y futuros consumidores. Claro que compraban caramelos de un céntimo y algún refresco de vez en cuando, pero los minoristas no pensaban en ellos como clientes per se. Se les consideraba más bien “los hijos de la señora Bohuslov”, que compraban algo por casualidad mientras estaban en la tienda. Los niños tenían dinero, pero para ahorrar, no para gastar. Siempre estaban ahorrando para algo, según ellos, pero en realidad nunca parecían comprar mucho. Ahorraban, por ejemplo, para un balón de fútbol o una bicicleta, o incluso para la universidad, pero normalmente estos artículos y casi cualquier otra cosa para la que ahorraban se los compraban sus padres o quizás sus abuelos.
En aquella época, los niños recibían asignaciones con la misma frecuencia que hoy en día. Sin embargo, eran relativamente más pequeñas y los padres solían dictar la cantidad o el porcentaje que se podía gastar, que también solía ser pequeño. Los padres justificaban esta estricta orientación con refranes como “un céntimo ahorrado es un céntimo ganado” y “ahorra para un día lluvioso”.
Conceptos de comportamiento del consumidor para un marketing eficaz de
Cada nueva generación en el mercado aporta su propio conjunto de actitudes, creencias y comportamientos, lo que a veces puede hacer que se sientan misteriosos o esquivos para los profesionales del marketing. Aunque nueva en escena, la Generación Z no tiene por qué encajar en esta categoría. Más bien, son decididos, inteligentes, pragmáticos y trabajadores, entre otras características. Es el resultado de crecer en un entorno marcado por la inestabilidad económica y el cambio social, por no hablar de la rápida innovación digital.
Esto no quiere decir que llegar a la Generación Z no vaya a ser tan exigente, si no más, que llegar a los Millennials, pero sí apunta a un momento esclarecedor y gratificante en el mercado mientras se aventuran a cambiar el mundo. Y cambiarán el mundo. La Generación Z ya está en camino de convertirse en la mayor generación de consumidores para el año 2020, y representan entre 29.000 y 143.000 millones de dólares en gasto directo. Pero su impacto en el mercado no se detiene ahí. El 93% de los padres actuales afirman que sus hijos influyen en las compras familiares y domésticas, según un informe de CASSANDRA, lo que significa que una parte significativa del gasto global del mercado se debe a estos jóvenes.
El consumidor infantil estadounidense: Lo que las empresas deben saber
Mucho antes de que se acuñara el término “influencer”, los jóvenes desempeñaban ese papel social creando e interpretando tendencias. Ahora, una nueva generación de influencers ha entrado en escena. Los miembros de la Generación Z -generalmente, las personas nacidas entre 1995 y 2010- son auténticos nativos digitales: desde su más tierna juventud, han estado expuestos a Internet, a las redes sociales y a los sistemas móviles. Ese contexto ha producido una generación hipercognitiva muy cómoda con la recopilación y el cruce de muchas fuentes de información y con la integración de experiencias virtuales y offline.
Nuestro estudio basado en la encuesta revela cuatro comportamientos centrales de la Generación Z, todos anclados en un elemento: la búsqueda de la verdad por parte de esta generación. Los Gen Zers valoran la expresión individual y evitan las etiquetas. Se movilizan por diversas causas. Creen profundamente en la eficacia del diálogo para resolver conflictos y mejorar el mundo. Por último, toman decisiones y se relacionan con las instituciones de forma muy analítica y pragmática. Por eso, para nosotros, la Gen Z es “True Gen”. Por el contrario, la generación anterior -los millennials, a veces llamada la “generación del yo”- se inició en una época de prosperidad económica y se centra en el yo. Sus miembros son más idealistas, más conflictivos y menos dispuestos a aceptar diversos puntos de vista.