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¿Cómo define la importancia estratégica de la tecnología disruptiva?

junio 24, 2022

Definición de tecnología disruptiva

La tecnología disruptiva también se ha denominado “tecnología destructiva”, y fue propuesta por primera vez en 1995 por el profesor de Harvard Clayton M. Christensen en su libro El dilema del innovador. Sugiere que una nueva tecnología sustituye a la tecnología dominante existente de forma inesperada [1]; las ideas sobre la naturaleza destructiva y transformadora de la tecnología se remontan al concepto de “destrucción creativa” propuesto por el economista Joseph A. Schumpeter en 1912 [2]. El concepto de tecnología disruptiva es ampliamente utilizado hoy en día, y muchos estudiosos e instituciones lo han elaborado según sus propias perspectivas u objetivos de investigación.

Los estudiosos tienen diferentes definiciones de la tecnología disruptiva basadas en diferentes perspectivas de investigación. Por ejemplo, Danneels et al. [3] sostienen, desde la perspectiva del producto/técnica, que una tecnología disruptiva cambia la base de la competencia al modificar los parámetros de rendimiento a los que se adhieren las empresas. Anderson et al. [4] creen que una tecnología disruptiva, como tecnología alternativa emergente, puede destruir la trayectoria tecnológica original, romper el ciclo de vida tecnológico original y formar una nueva trayectoria tecnológica. Desde la perspectiva del proceso estratégico, Chen et al. [5] creen que la tecnología disruptiva destruye las reglas competitivas existentes de las empresas y cambia los requisitos de los mercados existentes mediante la explotación de nuevas tecnologías, productos, procesos, servicios o modelos de negocio a lo largo de su proceso de innovación.

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La tecnología disruptiva es una innovación que altera significativamente la forma en que operan los consumidores, las industrias o las empresas. Una tecnología disruptiva arrasa con los sistemas o hábitos que sustituye porque tiene atributos que son reconocidamente superiores.

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Clayton Christensen introdujo la idea de las tecnologías disruptivas en un artículo de la Harvard Business Review de 1995. Posteriormente, Christensen amplió el tema en The Innovator’s Dilemma, publicado en 1997. Desde entonces, se ha convertido en una palabra de moda en las empresas emergentes que buscan crear un producto con un atractivo masivo.

Incluso una startup con recursos limitados puede aspirar a la disrupción tecnológica inventando una forma totalmente nueva de hacer algo. Las empresas establecidas tienden a centrarse en lo que mejor saben hacer y persiguen mejoras incrementales en lugar de cambios revolucionarios. Atienden a sus clientes más grandes y exigentes.

Esto ofrece una oportunidad para que las empresas disruptivas se dirijan a segmentos de clientes ignorados y ganen presencia en el sector. Las empresas establecidas suelen carecer de la flexibilidad necesaria para adaptarse rápidamente a las nuevas amenazas. Eso permite a los disruptores avanzar con el tiempo y canibalizar más segmentos de clientes.

La innovación disruptiva de Netflix

Uno de los patrones más constantes en el mundo de los negocios es el fracaso de las empresas líderes para mantenerse en la cima de sus industrias cuando las tecnologías o los mercados cambian. ¿Por qué las empresas establecidas invierten agresivamente -y con éxito- en las tecnologías necesarias para retener a sus clientes actuales, pero luego no realizan las inversiones tecnológicas que exigirán los clientes del futuro? La razón fundamental es que las empresas líderes sucumben a uno de los dogmas de gestión más populares, y valiosos: se mantienen cerca de sus clientes.

Los clientes tienen un poder extraordinario a la hora de dirigir las inversiones de una empresa. Pero, ¿qué ocurre cuando surge una nueva tecnología que los clientes rechazan porque no responde a sus necesidades con la misma eficacia que el enfoque actual de la empresa? En un estudio continuo sobre el cambio tecnológico, los autores descubrieron que la mayoría de las empresas consolidadas van siempre por delante de sus sectores en el desarrollo y la comercialización de nuevas tecnologías, siempre y cuando éstas respondan a las necesidades de rendimiento de la próxima generación de sus clientes. Sin embargo, los líderes de una industria rara vez están en la vanguardia de la comercialización de nuevas tecnologías que no satisfacen inicialmente las demandas funcionales de los clientes principales y que sólo atraen a los mercados pequeños o emergentes.

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Futura tecnología disruptiva

Durante los últimos 20 años, la teoría de la innovación disruptiva ha tenido una enorme influencia en los círculos empresariales y ha sido una poderosa herramienta para predecir qué participantes en la industria tendrán éxito. Por desgracia, la teoría también se ha malinterpretado en gran medida, y la etiqueta “disruptiva” se ha aplicado con demasiada despreocupación cada vez que un recién llegado al mercado sacude a los titulares bien establecidos.

En este artículo, el arquitecto de la teoría de la disrupción, Clayton M. Christensen, y sus coautores corrigen parte de la información errónea, describen cómo ha evolucionado el pensamiento sobre el tema y discuten la utilidad de la teoría.

Empiezan aclarando lo que supone la disrupción clásica: una pequeña empresa que se dirige a clientes ignorados con una oferta novedosa pero modesta y que gradualmente asciende en el mercado para desafiar a los líderes del sector. Señalan que Uber, comúnmente aclamado como un disruptor, en realidad no encaja en el molde, y explican que si los gerentes no entienden los matices de la teoría de la disrupción o aplican sus principios correctamente, pueden no tomar las decisiones estratégicas correctas. Los errores más comunes, dicen los autores, son no ver la disrupción como un proceso gradual (lo que puede llevar a los titulares a ignorar las amenazas importantes) y aceptar ciegamente el mantra “Disrupt or be disrupted” (lo que puede llevar a los titulares a poner en peligro su negocio principal al tratar de defenderse de los competidores disruptivos).

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