Cómo se comunicaban los soldados con su familia en la segunda guerra mundial
En tierra, los encargados de las señales utilizaban una variedad de dispositivos y métodos para enviar mensajes. Los teléfonos eran fiables, pero sus largos cables colgados eran vulnerables al fuego de los proyectiles y se cortaban con frecuencia. Enterrar las líneas en lo más profundo de la tierra requería mucho trabajo y tiempo, y aún así no siempre protegía contra los disparos de los proyectiles. Las palomas eran sorprendentemente efectivas en el transporte de mensajes, pero requerían de un personal especial y podían desorientarse por el ruido de las descargas de artillería.
La telegrafía inalámbrica (radio) podía transmitir el código Morse en 1914, pero los aparatos inalámbricos eran voluminosos y frágiles, con un alcance relativamente corto. Posteriormente, los observadores utilizaron aparatos inalámbricos más robustos para dirigir el fuego de artillería.
Los aviones realizaban “patrullas de contacto” para observar el avance de las tropas. Sólo estaban equipados con aparatos inalámbricos de transmisión, ya que los receptores añadían demasiado peso al fuselaje. Los aviones también podían lanzar mensajes cerca de un cuartel general o de una posición amiga. Las tropas en tierra utilizaban varios métodos, como lámparas de señales, paneles y bengalas, para enviar mensajes a los aviones.
Tecnología de comunicación de la Segunda Guerra Mundial
Al estallar la Primera Guerra Mundial se disponía de una selección de tecnologías de comunicación, antiguas y modernas. Durante la guerra, las comunicaciones militares evolucionaron para hacer frente a los nuevos retos militares y del campo de batalla. Uno de los desarrollos más significativos en tiempos de guerra fue la radiotelefonía, que condujo a la introducción de la radio de transmisión en la posguerra.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, todos los combatientes disponían de una amplia selección de métodos y tecnologías de señalización. Los antiguos sistemas de comunicación, como las palomas mensajeras y los jinetes de despacho, se utilizaban junto con los modernos sistemas de comunicación, como el teléfono y la telegrafía inalámbrica, y a veces de forma intercambiable. A lo largo del conflicto, las comunicaciones militares evolucionaron para hacer frente a los nuevos retos militares y del campo de batalla. El resultado de las batallas estaba determinado por la capacidad de un ejército para comunicarse en el campo de batalla y para gestionar eficazmente esta comunicación. La velocidad y la fiabilidad fueron claves para la utilización de los diferentes sistemas de comunicaciones, antiguos y nuevos. Sin embargo, los aspectos técnicos no eran el único factor decisivo para el éxito o el fracaso de un sistema de comunicación: los aspectos prácticos y la idiosincrasia resultaron ser igual de influyentes en la aceptación y la aplicación en el conflicto en curso.
La radio de propaganda en la segunda guerra mundial
Los teléfonos de campaña son teléfonos utilizados para las comunicaciones militares. Pueden alimentarse de su propia batería, de una central telefónica (a través de una batería central conocida como CB) o de una fuente de energía externa. Algunos no necesitan batería, ya que son teléfonos con sonido.
Los teléfonos de campaña sustituyeron a las señales de bandera y al telégrafo como medio de comunicación eficaz. Los primeros teléfonos de campaña tenían una batería para alimentar la transmisión de voz, un generador de manivela para señalar a otro teléfono de campaña o a una central telefónica de accionamiento manual, y un timbre electromagnético que sonaba cuando llegaba la corriente de un generador remoto. Esta tecnología se utilizó desde la década de 1910 hasta la de 1960. Más tarde, la señal de llamada se hizo de forma electrónica mediante un pulsador, o automática como en los teléfonos domésticos. Los sistemas manuales siguen siendo muy utilizados, y a menudo son compatibles con los equipos más antiguos.
Poco después de la invención del teléfono se intentó adaptar la tecnología para uso militar. A finales de la década de 1870 y principios de la de 1880, los teléfonos ya se utilizaban para apoyar las campañas militares en la India británica y en las colonias británicas de África. En Estados Unidos, las líneas telefónicas conectaban las fortalezas entre sí y con los cuarteles generales del ejército. También se utilizaban para controlar el fuego en las instalaciones fijas de defensa costera. El primer teléfono para uso en el campo se desarrolló en Estados Unidos en 1889, pero era demasiado caro para su producción en masa. Los desarrollos posteriores en varios países hicieron que el teléfono de campaña fuera más practicable. Se cambió el material de los hilos por el cobre, se desarrollaron dispositivos para el tendido de hilos en el campo y se desarrollaron sistemas con aparatos a pilas para los puestos de mando y aparatos generadores manuales para su uso en el campo. Los primeros teléfonos de campaña diseñados a propósito fueron utilizados por los británicos en la Segunda Guerra de los Bóers[1]. Se utilizaron más ampliamente en la Guerra Ruso-Japonesa, en la que todos los regimientos de infantería y las divisiones de artillería de ambos bandos estaban equipados con aparatos telefónicos[2]. En la Primera Guerra Mundial el uso de los teléfonos de campaña estaba muy extendido[3] y se empezó a interceptarlos[4].
Métodos de comunicación de la Primera Guerra Mundial
“Esta fuente de información, prácticamente impensada antes de la guerra, se ha desarrollado hasta tal punto que, al cierre de las hostilidades, constituía una de las principales ramas de la inteligencia”. Capitán Charles H. Matz, Oficial de Inteligencia por Radio, Primer Ejército, Fuerzas Expedicionarias Americanas, noviembre de 1918
Los Estados Unidos entraron en la Primera Guerra Mundial con una experiencia mínima en materia de inteligencia radiofónica y trabajo criptológico. Entre mediados de 1917 y el armisticio de noviembre de 1918, las Fuerzas Expedicionarias Americanas (AEF) desarrollaron un esfuerzo de inteligencia por radio digno de crédito, no sólo por el trabajo duro, sino por las contribuciones sustanciales de hardware y experiencia de sus aliados británicos y franceses. Al final de la guerra, más de 500 hombres operaban un complejo esfuerzo de recopilación, análisis e información entre organizaciones y habían establecido técnicas operativas que influirían en el futuro de la Inteligencia de Señales estadounidense (SIGINT).
Cuando se habla de inteligencia por radio en el AEF, son los descifradores de códigos y los criptoanalistas que trabajaban en la Sección de Inteligencia por Radio del G2 (G2A6) en el cuartel general de Chaumont los que reciben la mayor parte de la atención de quienes escriben sobre la inteligencia durante la guerra. Sin embargo, poco se ha dicho sobre cómo el AEF estructuró las operaciones de recogida de señales y cómo esta recogida evolucionó para apoyar los cambios en la postura operativa. Sin los hombres de la Sección de Radio del Cuerpo de Señales, que operaban las instalaciones de recogida de señales, no habría habido mensajes que romper.