La gran rivalidad tecnológica
ARCHIVO – Empleados chinos ajustan las banderas de Estados Unidos y China antes de una sesión de negociaciones entre los representantes comerciales de Estados Unidos y China, en la Casa de Huéspedes del Estado Diaoyutai, en Pekín, China, el 14 de febrero de 2019.
La economía de China se basará cada vez más en la inversión estatal, el desarrollo de alta tecnología y el consumo interno -con una menor aportación de su antiguo elemento básico de fabricación para la exportación-, ya que se dispone a superar a Estados Unidos en la próxima década, según predicen los analistas.
El PIB de China debería crecer un 5,7% anual hasta 2025 y luego un 4,7% anual hasta 2030, según las previsiones de la consultora británica Centre for Economics and Business Research (CEBR). Su previsión dice que China, que es ahora la segunda economía del mundo, superaría a la primera de Estados Unidos en 2030. La empresa de seguros de crédito Euler Hermes hizo una previsión similar.
La economía china alcanzó los 15,92 billones de dólares en 2020, y la empresa de estudios de mercado IHS Markit estima que llegó a los 18 billones de dólares el año pasado por el crecimiento de la fabricación de exportaciones y el capital para nuevos proyectos. La economía estadounidense alcanzó unos 23 billones de dólares el año pasado, según la empresa de estudios de mercado.
China es la superpotencia manufacturera mundial
A principios de febrero, la Comisión Europea publicó una amplia estrategia para establecer normas tecnológicas mundiales. Esta estrategia, que se suma a la más reciente de Pekín, publicada en octubre, refleja los esfuerzos de Europa por contrarrestar la creciente participación de China en el establecimiento de normas mundiales.
Un informe de Brookings publicado el año pasado sostiene que el trabajo del gobierno entre bastidores para influir y establecer normas tecnológicas internacionales refleja el objetivo de Xi Jinping de que China se convierta en una “gran potencia cibernética”. Las “estrategias del país no sólo sirven a los intereses comerciales de China, sino que también refuerzan su impulso a la “cibersoberanía” en lugar de la libre circulación de ideas, información y datos”, señala un reciente informe del Asia Society Policy Institute. “El control estatal de Internet y el enfoque chino de la gobernanza de los datos restringen el acceso a la información y coartan la libertad de expresión y otros derechos universales”. Sin embargo, los expertos en tecnología internacional de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional sostienen que China suele utilizar las normas como “una palanca para mejorar la base industrial del país”.
Inventos chinos 2020
Datos: OCDE Todo esto ha provocado una considerable ansiedad en Estados Unidos. Alegando la preocupación por los controles mercantilistas del mercado y el espionaje industrial, la administración Trump se ha lanzado a una guerra comercial con China. En octubre, el vicepresidente Mike Pence acusó al gobierno chino de perpetrar “el robo al por mayor de la tecnología estadounidense”.Hasta cierto punto, el discurso estadounidense sobre una guerra fría tecnológica oculta una amplia brecha de percepción. Mientras los legisladores estadounidenses ven en las aspiraciones científicas de China una amenaza aguda, los comentaristas chinos ven una inseguridad persistente. Para ellos, las ambiciones que se plantean en la calle de la electrónica no se han realizado plenamente. Los libros blancos del gobierno y los informes de la prensa estatal pueden proyectar bravuconadas, pero en entornos más íntimos los líderes chinos se lamentan de que el país ha gastado mucho y ha obtenido poco para demostrarlo. Sí, China financia grandes proyectos científicos, pero eso no es lo mismo que lograr avances científicos serios o lanzar un producto que modifique el mercado mundial, como el iPhone. A pesar de que las universidades de élite chinas están en la cima de las clasificaciones mundiales, el país sólo puede presumir de tener un premio Nobel de ciencias que no realizó su trabajo premiado en el extranjero.
El futuro de la tecnología en China
China se ha convertido en una potencia mundial, pero hay muy poco debate sobre cómo ha ocurrido y qué significa. Muchos sostienen que China exporta su modelo de desarrollo y lo impone a otros países. Pero los actores chinos también extienden su influencia trabajando a través de actores e instituciones locales, al tiempo que adaptan y asimilan formas, normas y prácticas locales y tradicionales.
Con una generosa subvención plurianual de la Fundación Ford, Carnegie ha puesto en marcha un innovador conjunto de investigaciones sobre las estrategias de participación de China en siete regiones del mundo: África, Asia Central, América Latina, Oriente Medio y el Norte de África, el Pacífico, Asia Meridional y el Sudeste Asiático. A través de una combinación de investigación y convocatoria estratégica, este proyecto explora estas complejas dinámicas, incluyendo las formas en que las empresas chinas se están adaptando a las leyes laborales locales en América Latina, los bancos y fondos chinos están explorando los productos financieros y de crédito tradicionales islámicos en el Sudeste Asiático y Oriente Medio, y los actores chinos están ayudando a los trabajadores locales a mejorar sus habilidades en Asia Central. Estas estrategias chinas de adaptación que se acomodan y funcionan dentro de las realidades locales son ignoradas en su mayoría por los responsables políticos occidentales en particular.